En el mundo hay dos tipos de personas: las que quieren cambiar, y las que dicen que no cambiarán nunca. Las dos son iguales, las dos cambian, pero una aprovecha a conciencia el paso del tiempo e intenta crecer y mejorar; y la otra, conforme trascurre la vida, se hace más inamovible, más rígida e inflexible: también cambia… ¡pero a peor!
Es imposible, por tanto, permanecer invariable. Lo suyo es adaptarse lo mejor posible a todo: al medio que se modifica, a las circunstancias que no siempre son favorables, a las personas que nos rodean, etc. Toda esa capacidad de adaptación, nos convertirá en hombres más competentes, más listos, más sabios y por lo tanto más felices.
Hace unas semanas, impartí un curso de Motivación y Mejora Continua para una empresa multinacional que está en pleno proceso de cambio, pude comprobar como la resistencia al cambio de las personas más complicadas nunca es absoluta: requiere para vencerse de un proceso de reconocimiento del miedo a lo extraño o nuevo. Parece que abrirse al cambio es admitir que estamos equivocados, por eso nos mantenemos a la defensiva, con todo nuestro arsenal de armas preparadas para contraatacar a aquel que se acerca con aires de mejora… ¡A mí a estas alturas me van a decir cómo trabajar! (o cómo vivir)
Se trata entonces de una forma de ir caminando, estando dispuesto a salir de la zona de confort, atreviéndonos a descubrir nuevas áreas de mejora, admitiendo que no somos perfectos y que vivir en positivo es vivir con ganas de CRECIMIENTO CONSTANTE.
Aprovecho para desearos un feliz verano, lleno de descanso, diversión y también un poco de reflexión, para que a la vuelta a la rutina lleguéis cargados de ideas frescas y renovadas que os ayuden a mejorar.

Categories:
Tags:
One response
Gracias por este pequeño y, a la vez gran artículo, Paloma. Me ha servido un montón y, estoy muy de acuerdo en que hay que ser flexible y estar abierto/a al cambio. Eso de renovarse o morir no es ninguna tontería.