[et_pb_section][et_pb_row][et_pb_column type=»4_4″][et_pb_text]Después de unas semanas intensas, quiero compartir con vosotros mi experiencia tras la operación, por si le sirve de ayuda a alguien.
Es curioso como en la Vida los sucesos acontecen en forma de lecciones de las que, si somos positivos, podemos salir fortalecidos.
Os diré que la operación (me extirparon un buen trozo de pulmón) resultó de maravilla. Los primeros días un poco duros, pero a la semana de operarme ya no parecía que me hubiera operado. He tenido la suerte de que se trate de un tema congénito, que no requiere tratamiento post operatorio.
Aunque algunos me habían avisado que podía tardar bastante en hacer vida normal y debía tomármelo con cautela, en menos de un mes estaba incorporada en la consulta, deseando ver a mis pacientes, deseando también, debo admitirlo, salir de casa, que ya estaba aburridísima.
Todo estaba a mi favor, o eso parecía, hasta que la cosa se torció y bien torcida.
Aun sin que esté totalmente aclarado, parece que un tirón mal dado, un esfuerzo, o mejor dicho un sobreesfuerzo, me partió de dolor. Ahí me vi yo, con cara de medio muerta, retorcida y teniendo que cancelar mis consultas unos días.
Diagnóstico: contractura muscular alrededor de toda la zona intervenida, tratamiento, analgésicos de una gama que en la vida había probado, pues los “normales” no tenían efecto alguno en mí. Así que reposo y paciencia.
Pasó ya lo peor, que a la vez ha dado para mucho: ha truncado mis planes (¡ay, si es que no hay que hacer tantos planes!); me ha recordado que todo necesita su tiempo (atropellar los tiempos genera nuevos contratiempos); y me ha dejado el cuerpo dolorido, cada día más contracturas, cada vez peor.
Los músculos, como cualquier material, también sufren de fatiga y a veces no pueden más; el buen tono muscular se puede perder si no se cuida y hay que recuperarlo cuanto antes; si aflojas o dejas de ejercitar los músculos, tu capacidad de reacción se atrofia, el tono muscular se resiente y, al mínimo esfuerzo, aparecen contracturas muy dolorosas.
Hazme un favor: no te pares, no te estanques, demasiado tiempo; mantén el tono muscular de tu vida y evitarás muchos problemas.
Una conclusión más, para terminar: la extensión de mi contractura cada vez era mayor porque, con los primeros dolores, mi cuerpo se “encogió” y porque mi reacción, por instinto de protección, fue adoptar una mala postura que no hizo sino agravar más el dolor, contagiando a otros músculos, aquejados a su vez de nuevos dolores, y alargando así el sufrimiento.
He pensado: cuántas veces en la vida ocurre lo mismo. Y ante una dificultad no sólo no encontramos la salida, sino que somos capaces de empeorarla irradiando su efecto y generando, a la larga, nuevos daños colaterales. Adoptamos nuevas posturas a la defensiva, involucramos a más personas para que duela menos, pero a la larga se sufre más.
Termino: me gustaría que analizaras alguna situación parecida, en la que te hayas puesto en alerta máxima y en tensión alrededor de un problema, en lugar de dejarlo pasar, en lugar de dejar que fluya.
Ánimo con ello, paciencia, analgésicos, y un poquito de reposo pero sólo el imprescindible: recuerda que todo pasa, e intenta evitar las contracturas.[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]
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