En los primeros años de nuestra vida, aproximadamente hasta los 5 años, raramente reflexionamos sobre cómo somos, si estamos haciendo las cosas bien o no, si vamos por el buen camino o si los demás nos quieren por lo que hacemos o lo que somos. Sólo nos importa sentirnos bien, “a gustito” con nuestros padres y hermanos, con nuestro entorno, que nos proporciona afecto, seguridad y diversión. Sin embargo, son unos años fundamentales para desarrollar la autoestima…
Cuando somos pequeños, las personas que nos rodean y que nos quieren, se comunican con nosotros con palabras y gestos, haciéndonos ver que tenemos “algo” dentro que aprecian, que valoran. Son nuestro espejo, nos devuelven un reflejo certero (si lo están haciendo bien, claro está) de cómo somos. Si nadie lo hace, o sólo nos dicen cosas negativas (penosamente se llama más la atención haciendo cosas malas que buenas), llegaremos a creer que no hay nada bueno en nosotros y por lo tanto nada que valorar ni apreciar. Empezaremos el camino de la vida, “cojeando”, sin pisar fuerte y teniendo mil dudas sobre si seremos capaces de hacerlo bien.
No responses yet