content_thumbHace unos meses recibí una llamada importante. La directora del colegio de mis hijos me pedía dar una charla sobre inclusión, diversidad, integración…
Ella ya sabía que tengo muy cerca a Angelito, mi sobrino del que tanto os he hablado, lo que no sabía ni ella ni yo, es que pronto tendría también a otro niño muy cercano y cada día más querido, que iba a necesitar que el mundo que lo rodea, se adaptara a un montón de diferencias.
De todas las ideas que intente trasmitir en la charla me quedo con este pequeño resumen:
En el mundo hay dos tipos de personas, las que ante las dificultades sólo ven problemas y las que se atreven a entrever retos y oportunidades. ¿Oportunidades de qué? De lo único que debería ser importante, de crecer y mejorar, de contribuir a una sociedad cada vez más humanizada.
A todos nos asustan los problemas, pero si decidimos que este problema es parte de nuestra vida, y que en lugar de aparcarlo y mirar para otro lado, (porque así es más fácil) lo acogemos, lo afrontamos e intentamos ir encontrando soluciones…suele pasar una cosa, que el problema se convierte en un punto de inflexión, en una fuente de aprendizajes e incluso, como ocurre en el video, en la mayor inspiración de nuestra vida.
Yo también tengo hijos, y veo que al comenzar el curso, todos pensamos: “a ver si es una clase buena, a ver si tiene suerte con los compañeros y con el/la maestra”. Se me olvida que en el aula, lo mejor que puede pasarle a mi hijo, mucho mejor que aprender mil materias y conocimientos, o ser el mejor en matemáticas, es que surjan mil posibilidades para que aprenda a ser mejor persona, en definitiva a vivir mejor.
Claramente vivimos en mundo de baremos y estadísticas, que poco tienen que ver con la felicidad de las personas. Sin embargo todos los padres del mundo coinciden en afirmar que lo que quieren para sus hijos es que sean felices.
Luis, con todas sus dificultades se ha convertido en una auténtica inspiración para su familia y amigos. A veces pienso que es medio un ángel, que se dedica a irradiar luz y bien a los demás.
Ángel, con sus tres años y sus 9 kilos de peso, es un pequeñín encantador que se enfrenta ahora a su primer curso escolar, ojalá, todos a su alrededor pronto puedan decir, como decimos todos los que ya lo queremos, y al igual que dice la profesora en el video, que “es lo mejor que ha podido pasarles a los niños en el aula”.
Ojalá mis hijos tengan la suerte de cruzarse en sus vidas con muchos Súper Antonio, Súper Ángel o Súper Luis, hay miles de ellos, cada uno, único e irrepetible, cada uno un tesoro por descubrir.

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