Qué bueno sería que, antes de disparar, dedicáramos unos minutos a averiguar cuál es la causa de nuestras frustraciones o sinsabores.
La mayoría de las veces las discusiones comienzan por algo, pero otras, no hay un motivo claro. Llevado a la guasa, recuerdo ahora el sainete de los Álvarez Quintero, “Ganas de reñir”, aquí todo acaba bien y la cosa queda en riña de enamorados, pero la mala intención de la protagonista, que tiene ganas de líos, predispone toda la secuencia que se desencadena inútilmente.
Hoy escribo esto a modo de confesión, (algún día mis hijos lo leerán) para sentirme algo mejor, y también conseguir un empujón que me ayude con el propósito de enmienda. “Hijos míos, perdonad mi impaciencia, por mucho que a veces me exasperéis, vosotros sois eso, niños, y yo que debo ser la adulta, la consciente, la que mantiene la calma, pierdo los estribos en demasiadas ocasiones. Y aunque sé, que os digo que la culpa es vuestra…NO LO ES (al menos, nunca lo es del todo), son otras muchas cosas las que interfieren en mi conducta. Debo una vez más, disculparme, empezar de cero y también como en todo lo demás, vaciar el vaso a diario, para que ninguna gota lo pueda colmar.
Comments are closed