Todos alguna vez nos hemos sentidos indefensos…suele pasar cuando interpretamos algún acontecimiento como incontrolable, esto es, hagamos lo que hagamos, no podemos cambiar las cosas, no depende de nosotros.
El fenómeno de la Indefension Aprendida, que tan bien explica Martin Seligman, tiene mucho que ver con el fondo de las depresiones. Os lo cuento de una manera sencilla, en el laboratorio, se le enseña a un animal, una rata, a darle a un botón cuando se enciende la luz azul, para obtener comida. Luego, manipulo, y el animalito tiene que aprender que ya no funciona el asunto con la luz azul, sino con otra roja, luego, vuelvo a cambiar, y así hasta que ya no sabe lo que hacer, incluso después de darle repetidas veces al botón y comprobar que se le ofrece la comida independientemente de la luz, la pobre ratita, tras unos momentos de excitación y frustración, pierde la motivación para hacer cualquier cosa y acaba prefiriendo quedarse quieta, arrinconada, bloqueada y con síntomas claros de tristeza.
Lo mismo les ocurre a las personas, como os decía, todos podemos sentirnos indefensos alguna vez pero luego comprobamos que la mayoría de las cosas sí dependen de nosotros y seguimos adelante. Lo malo es cuando empezamos a pensar que nada de lo que hacemos tiene sentido, como la rata, acabamos por no hacer nada, sintiéndonos cada vez peor. La percepción de independencia entre respuesta y resultado, nos deja tocados, tanto, que acabamos por resignarnos y no hacer nada por cambiar las cosas.
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