Ya vimos en el post “dime cómo soy…”, que eso de “las palabras se las lleva el viento” sólo ocurre algunas veces. Otras, oímos tanto las mismas cosas que acaban determinando nuestro comportamiento. El mundo que observamos, que escuchamos, en el que nos movemos, tiene un peso importante en nuestra manera de pensar .
De esta manera cuando repito todos los días un “te quiero” a la persona amada, no sólo sirve para recordárselo y hacérselo ver a ella, sino también a nosotros mismos, reforzando ese pensamiento y sentimiento. Si el contexto cambia y nos vamos a una situación dramática familiar, en la que la violencia verbal esté a la orden del día, antes o después, la agresividad se impondrá también de forma física e irá formando parte de nuestro carácter y personalidad.
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