Casi todas las niñas hemos soñado alguna vez con el Príncipe Azul, nos hacemos una imagen de cómo sería el hombre perfecto, le damos un aspecto físico y psicológico, incluso le ponemos tono de voz…con el trascurso de los años, le vamos dando retoques, basados en nuestra propia experiencia, hasta que tenemos una definición bastante exacta de lo que nos gustaría.

la-bella-durmienteMientras, vamos madurando, definiendo nuestra personalidad y sabiendo mucho mejor lo que queremos en la vida, de manera que cuando conocemos a un chico valoramos más que encajemos bien, que el hecho de que se parezca a ese príncipe azul….eso al menos es lo ideal.

Pero muchas veces ocurre que nos deslumbra el parecido de un chico nuevo con ese Príncipe Azul, nos olvidamos de todo lo anterior: de si de verdad nos gusta cómo es y no sólo lo que aparenta, de si encajamos o no, de si le gustamos tal y como somos…sólo sabemos que es “perfecto”para nosotras y que haremos “lo que haga falta” para estar con él, incluido enseñarle solo lo que pueda atraerle o incluso convertirnos en otra para seguir adelante…
Antes o después el Príncipe, deja de serlo y se vuelve normalito como todos los demás y comenzamos a verle defectos, muchos defectos y encima, como ya no podemos seguir aparentando, empezamos a mostrar una cara de nosotras mismas mucho más real que nada tiene que ver con la que mostramos en un principio.
Vamos a profundizar de verdad en las relaciones, vamos a dedicar el mayor tiempo que compartamos juntos a conocernos más y mejor…. Acordaros, también vosotros de que nadie es perfecto, aunque lo parezca.

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